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lunes, 13 de enero de 2014

La majadería de los bienes sociales

El siguiente texto es una carta a La Tercera en su versión original dado que los editores del diario, esos personajes obscuramente emparentados con los censores, suelen recortar tanto los textos que éstos llegan a perder la gracia, que ya no es mucha, del autor.
El 9 de enero, en Correo de Los Lectores de su diario, el presidente del Colegio de Químico Farmacéuticos, Mauricio Huberman, comentó la nueva ley de fármacos con razonables consideraciones que, en general, comparto.

Sin embargo, entre tanta feliz coincidencia, no pasó inadvertida una frase que incorpora una idea ya común que me parece majadera, sin pretender decir que el Sr. Huberman sea un majadero.

"Nuestra participación quedó plasmada en varios puntos, como entender el medicamento como un bien de salud y no de consumo..."

La Real Academia dice de la majadería que es un dicho o hecho necio, imprudente o molesto.

Y por ello me permito manifestar lo imprudente de esa excluyente opinión de que los medicamentos, así como la educación en otro contexto, no son un bien de consumo.

Desconocer la real calidad de estos bienes o servicios como de consumo, es echarse al bolsillo sesudas construcciones teóricas y prácticas de la economía, el derecho y seguramente otras nobles disciplinas. Más en sencillo, es pretender tapar el sol con un dedo.

Nos guste o no, los medicamentos son un bien de consumo, tienen precio, a veces inalcanzable, se demandan en el mercado y no es gratis proveerlos, como tampoco son gratis los valiosos servicios que prestan los químicos farmacéuticos.

Otro tema distinto son las necesidades que cada individuo requiere satisfacer con estos bienes o servicios, sea por sus propios medios o ayudado por el Estado, que en esto tiene un deber ineludible.

Es relevante precisar los conceptos si pretendemos avanzar en resolver temas pendientes en Chile.

Como decía mi abuela, a la que la economía y el derecho le importaban poco: al pan, pan; y al vino, vino.

Alejandro Pujá Campos,
Presidente ODECU Libertador.
Twitter: angel_1969

P.S.: La versión editada de la carta fue publicada el lunes 12 de enero de 2014, sin repercusión alguna.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Tasa Máxima Convencional

Señor director:

Es clásica la sobrerreacción de algunos mercados cuando se anuncian regulaciones que pudiesen afectar el negocio.

Fue el caso de la banca y el retail, al unísono, ante la idea de reducir por ley la tasa máxima de interés.

Se argumentó que se restringiría el acceso al crédito, dado el eventual mayor riesgo de las operaciones, entre otros temores.

No obstante, el mercado financiero ya incorporó la baja -escalonada- y, al contrario de los vaticinios, el nuevo costo del dinero plástico se perfila como un elemento dinamizador de la economía. Por su parte, el debate parlamentario sinceró la incongruencia de otorgar créditos caros a sectores que todas las estadísticas muestran como buenos pagadores, y que por la vía del descuento por planilla reducen drásticamente el riesgo.

La convicción del Ejecutivo y la casi extinguida lucidez parlamentaria nos han prodigado una legislación que debiera ser el primer paso a un mercado más equitativo y eficiente en la asignación de recursos, a costos que permitan retornos veloces y que potencien los intercambios, fomentando el crecimiento.

Contra lo que los agoreros calificaban como un error, el mercado financiero, con rebaja de interés incluida, se muestra sano e incólume ante la nueva condición.

Alejandro Pujá Campos
Coordinador de ODECU


Publicación original: La Tercera

lunes, 21 de octubre de 2013

Ley de TV Digital

Señor director:

Cuando luego de cinco años al fin se aprueba la Ley de Televisión Digital Terrestre (TDT), lo que más se escuchan son críticas al nuevo cuerpo legal. Si bien es cierto que buena parte de las críticas son atendibles desconocen lo trascendental de esta normativa, que es su sola existencia.

La TDT abre posibilidades esperadas por distintos actores sociales. Es cierto que los incentivos para mejorar la calidad de los contenidos no son suficientes, pero el mayor “grosor” de la banda permitirá la oferta de más canales, lo que eventualmente podría ser el inicio de una mejor calidad. Asimismo, es evidente que la calidad de la señal, reflejada en la imagen (que se podrá ver también en dispositivos celulares) es un atractivo notable.

Es para valorar la obligación que se impone a los canales de libre recepción para que aseguren una cobertura nacional de su señal del 80%, en un escenario de absoluta falta de inversión en las últimas décadas. Los canales de libre recepción son beneficiarios de una concesión estatal, y una obligación esencial es que puedan ser captados con una simple antena de conejo y sin necesidad de contratar televisión por cable.

Así las cosas, tras la implementación de las nuevas señales todos los actores deberemos exigir las mejoras que se estimen pertinentes. Pero para ello primero encendamos la tele  y luego redactemos la crítica. 

Alejandro PujáCoordinador Odecu

Publicación original: La Tercera