Cada vez que veo este tipo de iniciativas como marchas, cacerolazos,
protestas por tantas causas bastante legítimas, me pregunto dónde han
estado todos estos años esos marchantes, qué estaban viendo, leyendo o
haciendo los protestantes que no se daban cuenta de cómo se degradaba nuestro país. Quizás en la playa, en la casa, haciendo un asado o, sencillamente, votando por los mismos de siempre.
Estos días alguien me incluyó en un grupo de Facebook denominado "Justicia para Joaquín Antonio Fernández Cáceres", el jóven rancagüíno asesinado por un delincuente para robarle un smartphone.
Este crimen es uno más de aquellos que provocan una molestia generalizada en la población que reacciona de diversas maneras, como este grupo en la red social, un verdadero muro de lamentos en el cual descargar la rabia y la pena.
No estoy ajeno a solidarizar con la familia de la víctima y con todos aquellos que repudian el crimen. Sin embargo, no creo que este tipo de reacciones sea suficiente, quizás es un primer paso, pero no debe ser el único ni menos el último.
Pues cuando pase la rabia y la pena, sólo nos acordaremos de este caso cuando salga una sentencia que seguramente será decepcionante, pues en Chile los crímenes capitales tienen penas bajas. Esa es la cruda realidad que ni mil grupos de reclamo en redes sociales cambiará, pues las leyes no se hacen en Facebook ni en Twitter, se hacen en el Congreso Nacional donde los cibernautas parecen no tener influencia alguna.
Y eso se debe a la desafección que los ciduadanos tienen respecto de la política.
Cada vez que veo este tipo de iniciativas como marchas, cacerolazos,
protestas por tantas causas bastante legítimas, me pregunto dónde han
estado todos estos años esos marchantes, qué estaban viendo, leyendo o
haciendo los protestantes que no se daban cuenta de cómo se degradaba nuestro país. Quizás en la playa, en la casa, haciendo un asado o, sencillamente, votando por los mismos de siempre.
Estas líneas no son para criticarlos sino para llamarlos a la acción. Si tanto les duele este tipo de crímenes, entonces exijan a los candidatos leyes más duras y si no hay candidatos con pantalones para proponerlas, entonces que sean ustedes mismos los que levanten esas propuestas.
Mi llamado es claro, concreto y preciso: inscríbanse en un partido político o funden aquel que les acomode, voten en las elecciones, no se queden en la casa ni se vayan a la playa ese día. Comprométanse con lo que pasa alrededor de vuestras casas, denuncien al vecino que trafica, rechacen a los drogadictos que ocupan la plaza de sus hijos, dejen de buscar excusas para no hacerse cargos del destino de la comunidad en que viven, no sigan echandole la culpa a las autoridades de no hacer lo que nos corresponde a nosotros.
No se engañen, pues pasará el tiempo y crímenes como el de Joaquín volverán a ocurrir mientras no se restaure el respeto por las personas, por la vida, el principio de autoridad que durante años se ha visto menoscabado.
No dejen que los confundan pues la democracia no es incompatible con el orden y la autoridad y la libertad no siginifica hacer lo que se quiera, pasando a llevar a los demás.
Después de dejarles este mensaje, me saldré del grupo, no porque sea un insensible, sino porque pienso que de poco sirve algo así si no va acompañado de acciones concretas como las que les he sugerido u otras que otros, más creativos que yo, puedan proponer.
Confío en que como personas maduras sabrán procesar este mensaje y tomarán acciones para cambiar la triste realidad que nos afecta, lo que no sólo pasa por endurecer las sanciones, sino también por mejorar las oportunidades de vida para las nuevas generaciones y alternativas de reinserción para los que delinquen. Pero eso ya son ideas para la legislación, antes de eso, lo importante es que todos y cada uno de nosotros tomemos una determinación de influir efectivamente en lo que pasa a nuestro alrededor. Yo, hace rato, tomé esa decisión, espero que a ustedes no les baste con un reclamo en una red social.