Señor director:
Es clásica la sobrerreacción de algunos mercados cuando se anuncian regulaciones que pudiesen afectar el negocio.
Fue el caso de la banca y el retail, al unísono, ante la idea de reducir por ley la tasa máxima de interés.
Se argumentó que se restringiría el acceso al crédito, dado el eventual mayor riesgo de las operaciones, entre otros temores.
No
obstante, el mercado financiero ya incorporó la baja -escalonada- y, al
contrario de los vaticinios, el nuevo costo del dinero plástico se
perfila como un elemento dinamizador de la economía. Por su parte, el
debate parlamentario sinceró la incongruencia de otorgar créditos caros a
sectores que todas las estadísticas muestran como buenos pagadores, y
que por la vía del descuento por planilla reducen drásticamente el
riesgo.
La convicción del Ejecutivo y la casi extinguida lucidez
parlamentaria nos han prodigado una legislación que debiera ser el
primer paso a un mercado más equitativo y eficiente en la asignación de
recursos, a costos que permitan retornos veloces y que potencien los
intercambios, fomentando el crecimiento.
Contra lo que los
agoreros calificaban como un error, el mercado financiero, con rebaja de
interés incluida, se muestra sano e incólume ante la nueva condición.
Alejandro Pujá Campos
Coordinador de ODECU
Publicación original: La Tercera
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