Los
resultados de la investigación, que bien podrían atribuirse a un bajo
impacto de la norma en los usuarios de crédito, en realidad revelan la
importancia de fomentar la alfabetización y educación financiera como
herramienta fundamental en la toma de decisiones de consumo.
La
implementación de una norma que desde 2012 obliga a las entidades
financieras a entregar a los consumidores la Carga Anual Equivalente,
CAE, de los créditos, solo ha tenido efectos significativos para el 40% de los chilenos de mayores ingresos.
Esta fue la principal conclusión de un documento de trabajo publicado por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, SBIF, titulado Evaluating Informational Regulations in the Credit Market
(Evaluación de Regulaciones de Información en el Mercado de Crédito).
La investigación estudió los impactos de una política pública en el
marco de la mejora de la información financiera.
La CAE se expresa en un porcentaje que revela el costo de un crédito en un período anual.
La CAE considera todos los gastos y costos del crédito y los expresa en
un solo porcentaje que permite compararlo con otras empresas que
ofrecen el mismo crédito. Así, por ejemplo, al comparar un crédito de un
millón de pesos, a 24 cuotas, en un banco A, en una cooperativa B y en
un retail C, será más barato para el consumidor aquel crédito que exprese una CAE porcentualmente menor entre las opciones cotizadas.
De esta forma, para los consumidores es más fácil cotizar entre las
diversas instituciones financieras, y con ello, se incrementan las
posibilidades de conseguir una tasa de interés más atractiva.
Entre los resultados registrados destaca que los
consumidores en los dos quintiles superiores, los de mayores ingresos,
obtuvieron una rebaja en torno al 4% en las tasas de interés en créditos
de consumo después de que la regulación se implementase en 2012. En tanto, para el resto de la población no se encontraron efectos estadísticamente significativos. En efecto entre el quintil 1 y 3, las disminuciones varían entre 0,2 puntos y 3 puntos.
Para
los autores del documento -Ana María Montoya, ex asesora de estudios de
la SBIF; y los economistas y académicos, Carlos Noton y Alexis Solís, “los resultados sugieren que el
grado de alfabetización financiera es el principal factor que permite a
los consumidores obtener beneficios de este tipo de regulaciones”, entendiendo que existe una mejor comprensión de los consumidores en el quintil de ingresos más alto, que en los más pobres.
Asimismo, en el estudio de la SBIF se plantea que “independientemente
de su nivel de alfabetización financiera, los individuos más ricos se
enfrentan a más y mejores opciones al cotizar el mismo préstamo en
diferentes bancos”.
Es así como los autores proponen que los resultados obtenidos en este estudio “no
son sólo de interés para la banca instituciones o reguladores, sino que
también deben ser particularmente informativos para las políticas
interesadas en la educación (…) Creemos que nuestros resultados
son relevantes para un gran número de mercados con contratos y
consumidores no sofisticados que posiblemente eligen decisiones. Por
ejemplo, opciones de seguro de salud, ahorros para la jubilación,
decisiones de inversión que en general pueden dar opciones sub-óptimas
similares para algunos consumidores”.
Respecto a la educación financiera, y cómo sería posible incrementar sus niveles en los consumidores chilenos, Alejandro Pujá, director del Servicio de Educación Financiera, señaló que existen varias opciones para mejorar la cultura financiera, “pero para conseguirlo se
requiere también que las personas hagan un esfuerzo en el tiempo,
partiendo por prestar atención a las noticias económicas que parece, habitualmente, no son comprendidas en su correcta magnitud”.
En este sentido, agrega que como
Servicio de Educación Financiera se encuentran en su cuarto año de
trabajo abarcando contenidos informativos y educativos sobre distintas
materias del ámbito financiero, “con énfasis en cuestiones
prácticas, como entender la importancia del Índice de Precios al
Consumidor, IPC; o llamar la atención acerca de lo irracional de tener
en Chile un mercado inmobiliario donde el metro cuadrado de un
departamento vale dos o tres millones de pesos”.
Desde el Servicio de Educación Financiera de Consumidores Asociados,
planteamos que cuando se habla del mercado financiero, se suele
identificarlo con los ingresos y el consumo, lo que deriva en un
importante incremento de casos en sobreendeudamiento. Sin embargo, el
mercado financiero es mucho más, abarcando también áreas de seguros, servicios transaccionales, productos de ahorro e inversión, entre otros.
En este escenario, Alejandro Pujá reconoce que las personas con conocimientos del mercado financiero corren con ventaja. “No
es lo mismo contratar un seguro tradicional que uno con ahorro o
devolución de prima, producto que es una combinación entre seguro y
ahorro y que no existía antes. ¿Cuantos saben que eso existe ahora?”
Por otra parte, el director del Servicio de Educación Financiera agrega que, pese a que el uso de medios de pago electrónicos es cada vez más intenso, no todos son tan eficientes, seguros y económicos. “Algunos se sienten atrapados en la Cuenta RUT, criticando sus costos y las deficiencias de servicio de Banco Estado, pero no saben que sólo con la cédula de identidad y un comprobante de domicilio, como una boleta de servicios, pueden obtener una tarjeta de débito en casi cualquier banco privado, cuyo costo de uso puede ser cero, sabiendo utilizarla”.
Ante dudas sobre temas financieros, los usuarios pueden escribir al Servicio de Consultas del Servicio de Educación Financiera, a los correos consultas@servicioeducacionfinanciera.cl o consultas@sefconsumidores.cl. También pueden utilizar el Formulario de contacto disponible en este sitio.
Fuentes citadas: SBIF y La Tercera
Publicado en el Servicio de Educación Financiera de Consumidores Asociados.
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