En
vez de mejorar, el parque zoológico Buin Zoo no sorprende con las
innovaciones de los últimos años, mientras que el restaurante Los Alpes,
en su interior, ofrece un servicio mediocre y caro. Asimismo, la
accesibilidad del transporte público demuestra absoluta despreocupación
de las autoridades.
Artículo preparado por Alejandro Pujá Campos,
Presidente de Consumidores Asociados
Aprovechando
el verano, había que visitar por segunda vez el Buin Zoo para ver las
novedades que durante los últimos años se han incorporado. Sin embargo,
la experiencia familiar fue muy decepcionante pues las novedades no son
muy emocionantes, como darle de comer a una jirafa, por un pago
adicional o ir a los juegos de agua, que distrae del giro principal, el
zoológico.
Y
es el zoológico el que no sorprende pues así como hay nuevos animales,
como un imponente cocodrilo, faltan otros. Aun así, como visitantes
seguimos valorando el recinto hasta que pasamos al restaurante Los
Alpes, al interior del Buin Zoo, ya cansados, sedientos y hambrientos.
Allí
la decepción fue mayor. En primer lugar no se trata de un restaurante,
aunque lo parece, sino sólo de un café con un menú minúsculo, sin venta
de alcohol, con unos pocos sanguches y platos caros que no están a la
altura en la preparación ni la presentación. Por ejemplo, un lomo de
cerdo duro por $5.500, con agregados cobrados aparte como una ensalada a
la chilena de $2.400, en que el tomate fue partido en cuatro partes,
con un trozo para atorarse y la cebolla sin amortiguar, una presentación
tosca. Sólo el arroz, por desmesurados $2.300, salvaba el paladar con
un buen sabor. Un cuasi almuerzo para cuatro personas por más de $40
mil, propina incluida, pues los garzones no tienen culpa de trabajar en
un local mediocre.
Tras
finalizar la última parte del recorrido, el regreso a casa, para
quienes optamos por el transporte público, conscientes, entre otras
cosas de nuestra huella de carbono, notamos que el recién reinaugurado
servicio de tren Rancagua Express, que circula entre la capital del
Libertador y Santiago, no funciona el fin de semana y tampoco hay parada
de buses desde Santiago, con enorme riesgo para los usuarios.
Se
supone que estamos frente al parque zoológico privado más grande de
Latinoamérica y la accesibilidad del transporte público es casi nula,
además de que los visitantes tienen que caminar por la caletera pues los
comerciantes ambulantes, que también venden alimentos, seguramente sin
permiso sanitario, ocupan toda la vereda de entrada.
Así
que varias tareas les quedan a las autoridades y a los propietarios del
Buin Zoo para mejorar y reencantar a las familias que la pensaremos dos
veces o más antes de visitarlos nuevamente.
Publicado originalmente en el sitio de Consumidores Asociados, la ODECU del Libertador.
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